viernes, 28 de agosto de 2015

El linchamiento es desprecio de la vida


 Ante la incapacidad del Gobierno Peruano la sociedad se está organizando para defenderse  de los delincuentes, es urgente que  La Conferencia Episcopal se exprese su preocupación por las noticias de frecuentes linchamientos en diferentes partes del país y en un país donde su población el 98% es cristina.

Los que participan de los linchamientos atentan contra el Quinto Mandamiento de Dios: “No matar”. Desprecian el valor sagrado de la vida como don de Dios, y vulneran la dignidad humana y las bases fundamentales de la construcción de la sociedad peruana.

Es lamentable el recrudecimiento de este tipo de prácticas, que incluso buscan justificar "con argumentaciones insostenibles y que, en ciertos casos, rayan en la apología del delito" (CEB).

Asimismo, es lamentable que nuestras autoridades policiales, fiscales y judiciales no puedan prevenir ni sancionar a los responsables. "La violencia y la muerte no son solución a los problemas del hombre. Es necesario considerar que sólo la racionalidad en las acciones humanas permitirá una sociedad en paz y amor". (CEB)

En ese sentido, tratar de buscar las múltiples causas o el origen de este comportamiento humano en la sociedad peruana, solo puede ser el destierro de Dios de la sociedad y de las personas, y que "induce la falta de referencia moral en el actuar y el desprecio a la vida en el corazón de las personas" (CEB).

Querer construir nuestra democracia ignorando estos hechos es un error garrafal, Fuente Ovejuna debe de terminar ya.  "Una verdadera democracia no se edifica sobre la muerte, hay que tener la capacidad para encontrar alternativas de rehabilitación para las personas que cometen faltas graves, pero jamás eliminarlos, eso no es ético, ni humano, ni mucho menos cristiano", advirtió (CEB).

Creo que el arresto ciudadano de los delincuentes debe ser promovido en nuestra sociedad organizada respetando siempre la vida del detenido y que la policía, los fiscales y jueces sean un complemento a esta acción ciudadana.   

Hoy es indispensable que nuestras autoridades civiles, militares y eclesiásticas deben condenar vehementemente estos hechos y llamar a los peruanos a desterrar estas prácticas inhumanas y a redescubrir los auténticos valores humanos y cristianos que nacen de la fe en el Dios de la Vida y del Amor.