Si al Ministerio público de Piura aún le queda una pizca de pudor, humanidad y apego a la ecuanimidad, es el momento para que recobre su vocación de justicia y se reivindique con el pueblo para que todo este cúmulo de violaciones, asesinatos, robos, pandillaje, prostitución de menores, drogadicción, contrabando, evasores de impuestos, estafadores, fraudes en la administración pública como en la administración de sociedades y los ladrones de cuello y corbata sean sancionados con todo el peso de la ley.
Como manifestaba un escritor latinoamericano ante la injusticia que cometían los fiscales y jueces sostenía lo siguiente: “Reiteradas veces hemos preferido callar y tragarnos todos los improperios porque lo visceral y energúmeno es impulsivo, desalmado y está a un milímetro de la insensatez, pero este mutismo no va más pues lo que ahora aflora es muy anómalo y extraño, es como un nudo en la garganta; nos consume el aliento, nos pone en vilo y nos conturba el espíritu para levantarse bramando con el puño en alto contra tanta injusticia cometida por los fiscales y jueces de esta comedia”.
Callar en este instante es dar luz verde a la impunidad y el barbarismo, basta del silencio cómplice frente a la apología del que “roba a manos llenas el erario del estado pero hace obras”, de la apología del “perro muerto”, de los que siembran terror y muerte: los asaltantes y marcas, los que ultrajan el honor de muestras mujeres y niños, los que dejan a una madre abandonada a su suerte cargando un niño y que tiene este que mendigar un apellido, de los que recorren inmunes y con soberbia en los reductos de las Universidades, las municipalidades y las del Gobierno Regional como alimaña que cobardemente actúa asaltando instituciones, saqueando los bienes del estado, humillando y maltratando a todo vestigio humilde que encuentra por su paso. No importa que sea el pan de los pobres.
La infamia llega más lejos cuando estos delincuentes que son hijos o funcionarios de cuello y corbata son tratados e interrogados con las más mínimas delicadeza por fiscales reclutados a sueldo desde ese momento la justicia dejo de ser ciega y extendió su mano a mammon. Su cordero expiatorio es un pobre empleado público de menor jerarquía que solo bajara la cabeza para ser degollado en honor de sus jefes; son estos pobres diablos los que son acusados por los fiscales y le lavan la cara a estas ratas de cuello y corbata. Muchos de estos señorones gobiernan nuestras instituciones tienen sus manos manchada con el hambre de muchos piuranos y algunos con sangre pues se embolsicaron su tajada; ellos rotan y rotan van de la universidad a la municipalidad y de la municipalidad a un puesto de importancia en el Gobierno Regional y no hay quien pise la cascabel de la corrupción. Entre rotación y rotación roban y roban y aquí no paso nada.
Piura no se merece vivir así a salto de mata, la inseguridad es tal que uno se pregunta cuando me tocara a mí: Ser atropellado por un ebrio, se acuchillado por un drogadicto, ser asaltado a plena luz del día, ver que mi socio mayorista compra conciencias para quedarse como único dueño de la empresa, ver al inocente preso y al delincuente suelto, ver obras que no duran sino que se destruyen rápidamente porque fueron mal hechas y mal supervisadas, La usura de los bancos y prestamistas que va carcomiendo el ahorro de un pueblo haciéndole cada vez más pobre y la coima en todo los niveles y aspectos; Ejemplos sobran solo falta levantar la vista. Es un grito que debe llegar hasta el cielo clamando justicia. Si estos fiscales no son capaces de llevar a cabo la labor encomendada alguien tiene que salirles al frente, basta ya de tantas lágrimas de dolor derramadas por la injusticia, es hora de que sean probados por el crisol de la sociedad civil y sea esta quien decida quien merece ser fiscal y quién no.
Sé que en el Ministerio Público de Piura hay gente de valor que son fieles a sus principios, son personas probas e idóneas, con formación y calificaciones adecuadas. Como miembros esenciales de la administración de justicia, mantienen en todo momento el honor y la dignidad de su profesión. Es necesario separar el Trigo de la paja.
El Ministerio público por ser uno de los pilares en que se sostiene en bien común, la moral y las buenas costumbres de la sociedad Piurana, el Estado Peruano debe garantizar que los fiscales puedan ejercer sus funciones profesionales sin intimidación, trabas, hostigamiento, injerencias indebidas o riesgo injustificado de incurrir en responsabilidad civil, penal o de otra índole.
Ante todo este debe ser el persecutor de los ilícitos dentro de una sociedad, ilícitos que deben ser llevados a los Tribunales para que sean sancionados. La Fiscalía no es el organismo encargado de buscar el mayor número de detenciones, sino el mayor número de sanciones, de sentencias condenatorias; muchas detenciones pueden ser ilegales, abusos. La Fiscalía está llamada a velar por los principios y derechos fundamentales del ciudadano: la libertad y sobretodo que se prive de libertad al culpable.
Un punto de vital importancia es que la investigación criminal ya no puede hacerse por medios rutinarios. Lo fundamental dentro de una investigación penal es el departamento de Medicina Legal, con especialistas en el descubrimiento de los delitos. El departamento de Criminalística de la Policía, por más buena voluntad que tengan, resuelve los casos pero no de manera técnica, científica. No cuentan con un laboratorio de ADN para investigar y resolver los casos graves. El estado o el Gobierno Regional o local debe proporcionarle los medios indispensables para que puedan llevar a cabo su loable labor, encontrar al verdadero culpable.
Cuando nuestro Ministerio publico junto con sus fiscales, de conformidad con la ley, cumplan sus funciones con imparcialidad, firmeza y prontitud, respetar y proteger la dignidad humana y defender los derechos humanos, contribuyendo de esa manera a asegurar el debido proceso y el buen funcionamiento del sistema de justicia penal. Piura los tendrá presente y les bridara el respeto que se merecen. Sino que Dios y la patria los demande.
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