martes, 18 de noviembre de 2008

Una voz de protesta por mi padre jubilado


Se habla del respeto, cada día más perdido, a nuestros mayores, de la experiencia y el conocimiento que otorga la vejez, del deber que los hijos tenemos con nuestros padres y de lo merecido que tienen un descanso después de años y años de trabajo y sufrimientos. Para la mayoría de ellos cobrar su pensión es con rostro de tristeza y no de alegría.

Basta ver lo que sucede en nuestra querida Piura: Jubilados mendigando una adecuada remuneración para su supervivencia. Es Dramático contemplar cada día a estos pobres ancianos protestando delante del frontis del Gobierno Regional de Piura por un derecho adquirido y judicialmente ganado. Qué clase de hombre es aquel que teniendo los medios económicos no les concede el derecho al disfrute de lo que es suyo pues se lo ganaron con el sudor de su frente a lo largo de una vida de trabajo. Si este Presidente Regional Sr. Cesar Trelles Lara y sus funcionarios tratan así a nuestros ancianos jubilados privándolos de una mejor alimentación y salud, son unos hijos de mala madre que se llenan la boca hablando de justicia social, de ser los abanderados de los abandonados. ¡¡¡Farsantes!!! Son los opresores de ancianos que no tienen medios para defenderse.

Me pregunto donde están los defensores de los derechos humanos, donde están los políticos, Donde está el partido del pueblo para que ponga en su lugar a este mal compañero, donde están los demás partidos políticos, donde están los hombres de prensa, donde están los sindicatos, donde está la defensoría del pueblo y donde están los hombres de Iglesia para que sean voz de estos ancianos. Hasta cuando Piura será una sociedad que se deshumaniza, deja de lado la problemática de sus ancianos. No tomemos la actitud de Martin Niemöller (+1984) pastor luterano alemán durante la segunda guerra mundial: “Primero cogieron a los comunistas, y yo no dije nada porque no era comunista. Luego se llevaron a los judíos, y yo no dije nada porque no era judío. Luego, vinieron a buscar a los obreros; no dije nada, porque no era obrero ni sindicalista. Más tarde se metieron con los católicos, y no dije nada porque yo era protestante. Cuando, finalmente, vinieron por mí, ya no quedaba nadie para protestar”

Es la situación de hoy, de muchos de nuestros jubilados, que luchan impotentes por sobrevivir con muy pocos medios económicos, en medio de una sociedad, en la que solo parece que estorban. Esta situación me hace recordar la película italiana “Umberto D.” un film de Vittorio De Sica en la que se describe la desesperación de un jubilado de esa época que es también la que se puede vivir ahora, y su tristeza, desesperación, y depresión, la misma que muchos sufren ahora, aunque hayan pasado más de cincuenta años desde que a través de esta película se denunció esa situación.

De Sica, refleja la cotidianeidad de este jubilado de una forma tan realista y directa, que nos estremece y nos duele. Umberto es tan entrañable y cercano, que nos es muy fácil compartir su triste vida, y se nos forma un nudo en la garganta, difícil de digerir, cuando sabemos que en realidad no tiene ninguna salida. De Sica se inspiró en la vida de su padre para escribir el guión. También fue un jubilado que tuvo que enfrentarse a los problemas económicos derivados de su minúscula pensión. De Sica le dedicó la película. Yo le dedico este escrito a mi anciano padre y a sus compañeros de trabajo y lucha.

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